Cuando nadie hablaba todavía de bedroom pop, la habitación de Alexander Giannascoli ya había servido de estudio de grabación para unos cuantos discos. Los hacía y, al rato, sin mayor ceremonia, los colgaba en ese perfil de Bandcamp que vendría a ser su particular Boyhood: ahí le hemos visto crecer álbum a álbum, sin que supiera si había alguien escuchando al otro lado. Primero, convertido en Alex G; después, en (Sandy) Alex G, el alias que aún mantiene este veterano prematuro.

Ya acumula ¡ocho! trabajos a lo largo de una carrera que echó a andar con esta década que ya acaba: el primero de todos, Race, lo publicó el 1 de enero de 2010. Después, casi sin quererlo, llegaría ese punto de inflexión que supuso DSU (2014), su fichaje por Domino Records y hasta una sorprendente invitación de Frank Ocean a participar en su maravilloso Blonde. Motivos, en definitiva, para creer que eso del indie está muy bien muerto y enterrado siempre y cuando resucite de vez en cuando para reencarnarse en personajes como (Sandy) Alex G, penúltimo eslabón de la cadena invisible que podría unir a Elliott Smith, Jason Molina, Mark Linkous, Stephen Malkmus, Conor Oberst y Bradford Cox y, por lo tanto, también guitarras jangle, trotecillo country, remolinos psicodélicos, delicadeza folk y algún pellizco grunge. El próximo 13 de septiembre alargará su propia cadena publicando House of Sugar, su nuevo disco.